
¿Cómo prevenir y manejar el bullying?
Matoneo, intimidación, acoso escolar o bullying, todos significan lo mismo: forma de violencia estudiantil que se da mediante una conducta agresiva, intencional y repetitiva de un estudiante hacia otro.
Con esta conducta, que se puede presentar de forma física, verbal, psicológica o social, el victimario busca imponer su poder sobre otro, recurriendo a acciones como someterlo a apodos humillantes y degradantes, constantes burlas, chistes de mal gusto que fomenten la discriminación, maltrato físico, insultos y amenazas verbales o a través de las redes (cyberbullying), entre otras manifestaciones.
Un niño que está siendo víctima de este tipo de acoso puede presentar señales como tristeza, irritabilidad, ansiedad, aislamiento, falta de sueño y de apetito, dificultad para sociabilizar, malas calificaciones, renuencia a asistir al colegio, hematomas o heridas en el cuerpo. De acuerdo con los expertos, si bien los niños pueden intimidar a otros usando medios más físicos, en las niñas el acoso se manifiesta mediante la exclusión social.
Trabajar en la prevención y erradicación de esta conducta exige el compromiso tanto de los padres como de los maestros, en áras de generar un ambiente escolar seguro en el que los niños puedan desarrollarse social y académicamente de forma normal, tranquila, sin temor y por ende tener una buena calidad de vida.
En este sentido es fundamental que los maestros y personal docente en general esté informándose constantemente sobre estos patrones de conductas para aprender a identificar a víctimas y victimarios, conocer las diferentes formas de manifestarse que tienen, estar actualizados a través de talleres, seminarios, etc.
Si un maestro observa un caso de acoso escolar o señales del mismo, debe intervenir inmediatamente para impedirlo y reportar el incidente para que sea investigado por parte de las directivas. No es recomendable realizar reunión conjunta con el acosador y el acosado, ya que puede promover una revictimización y ahondar los temores del niño acosado.
Es importante tener en cuenta que una vez identificados los casos, tanto el estudiante víctima como el victimario deben ser objeto de atención. De acuerdo con expertos en el tema, muchas veces el comportamiento agresivo y de dominio sobre otros, puede responder a inseguridades propias e incluso a situaciones de violencia experimentadas en el hogar.
Sin embargo no hay que esperar a que los casos se presenten, razón por la cual los colegios deben definir códigos de conducta orientados a generar un ambiente inclusivo, seguro y tolerante, en el que prime la educación en valores, el respeto al otro, el compañerismo y especialmente, cero tolerancia hacia el bullying. Así mismo es recomendable que elabore protocolos de atención frente a este tipo de conductas.
En este sentido, los profesores deben hablar abiertamente del tema con sus estudiantes, de un lado para sensibilizarlos sobre lo que significa el acoso escolar y sus consecuencias y de otra parte, para integrarlos como agentes activos en la identificación de estos casos de forma temprana para hacer una intervención efectiva.