
Trastorno del Desarrollo de la Coordinación Motora
El Trastorno del Desarrollo de la Coordinación Motora, TDCM, o también conocida por la dispraxia, es una alteración piscomotriz en los niños presentando síntomas como lentitud y dificultad para realizar movimientos que requieren coordinación y equilibrio como amarrarse los zapatos, jugar balón, comer con cubiertos o montar bicicleta.
Generalmente los niños que presentan este trastorno fueron bebés que tuvieron dificultad al gatear y se retrasaron en caminar. Muchos padres antes de los dos años de edad no logran detectarlo.
Se puede detectar entre los 5 y 11 años, los padres pueden percibir que hay torpeza en ciertos movimientos porque se les dificulta controlar sus músculos y presentan problemas con el lenguaje dificultando su proceso de aprendizaje. El querer realizar las mismas actividades que sus compañeros y no poder, los lleva a enfrentar problemas emocionales como la frustración.
Aunque las causas de este trastorno no han sido confirmadas, algunos especialistas consideran que puede deberse a lesiones cerebrales por la falta de desarrollo de las neuronas, falta de oxigeno durante el parto, bajo peso al nacer o exposición al alcohol en el útero.
La dispraxia se clasifica en varios tipos:
- Ideomotora: Es cuando hay dificultad para una tarea sencilla como colocarse los zapatos, peinarse, subir escaleras, cerrar una llave, usar un lápiz, lanzar una pelota.
- Ideacional o Ideatoria: En esta clase de dispraxia no se pueden realizar tareas que implican varios pasos como amarrarse los zapatos, vestirse, tender la cama, escribir con claridad, usar un teclado o hacer deportes.
- Oromotora: En ella existen inconvenientes para coordinar movimientos para pronunciar palabras y comunicarse con claridad.
- Constructiva: Es la dificultad para manejar el espacio y se le complica a los niños mover objetos de un lugar a otro, armar rompecabezas, dibujar formas geométricas, realizar manualidades.
Aunque es un trastorno que durará toda la vida, un diagnóstico a tiempo contribuirá para que el niño mejore su coordinación motora y se desenvuelva mejor en su vida diaria. Es importante tratarse para evitar colocar etiquetas al niño como torpe y aunque genere problemas en el desarrollo motriz no implica que tenga deficiencia intelectual.
Para tratar la dispraxia, los docentes y padres de familia deben aprender a manejar este trastorno con una adecuada área física, las actividades que se realicen, el afecto que se le demuestre al niño y el manejo de la solución de conflictos que se puedan presentar con los compañeros. En la casa se debe trabajar con ellos en actividades que representen movimiento o equilibrio con el fin de motivarlos y darles herramientas para desenvolverse mejor como armar rompecabezas, correr, manejar plastilina, entre otras.
En el área médica los terapeutas ocupacionales o físicos contribuyen a un adecuado tratamiento para mejorar las habilidades del lenguaje, visuales, de movimiento, audición y comprensión, se realizan secuencias repetitivas de movimientos permitiéndoles un mayor desempeño y una mejor socialización en el colegio y la familia.